La Mujer . I. 14 LA MUJER Album de las Famillí.s criatura humana, pero ella pensaba que tal vez se haríaun milagro. No, no lo conseguirás—dijo el lago;—pero si quierespuedes oir mis condiciones. Me gustan tus ojos como sifueíjen dos perlas negras; nunca he visto unos ojos comolos tuyos. Si tú me los das llorando yo te llevaré á laEstufa, en que la muerte guarda las flores y las plantas.Cada una de éstas es una vida humana. —¡Qué no daré yo por llegar hasta donde está miniño!—dijo la madre llorando: y lloraba, lloraba hastaque los ojos se le salieron de las órbitas, cayendo alfondo del lago don

La Mujer . I. 14 LA MUJER Album de las Famillí.s criatura humana, pero ella pensaba que tal vez se haríaun milagro. No, no lo conseguirás—dijo el lago;—pero si quierespuedes oir mis condiciones. Me gustan tus ojos como sifueíjen dos perlas negras; nunca he visto unos ojos comolos tuyos. Si tú me los das llorando yo te llevaré á laEstufa, en que la muerte guarda las flores y las plantas.Cada una de éstas es una vida humana. —¡Qué no daré yo por llegar hasta donde está miniño!—dijo la madre llorando: y lloraba, lloraba hastaque los ojos se le salieron de las órbitas, cayendo alfondo del lago don Stock Photo
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La Mujer . I. 14 LA MUJER Album de las Famillí.s criatura humana, pero ella pensaba que tal vez se haríaun milagro. No, no lo conseguirás—dijo el lago;—pero si quierespuedes oir mis condiciones. Me gustan tus ojos como sifueíjen dos perlas negras; nunca he visto unos ojos comolos tuyos. Si tú me los das llorando yo te llevaré á laEstufa, en que la muerte guarda las flores y las plantas.Cada una de éstas es una vida humana. —¡Qué no daré yo por llegar hasta donde está miniño!—dijo la madre llorando: y lloraba, lloraba hastaque los ojos se le salieron de las órbitas, cayendo alfondo del lago donde se convirtieron en dos perlas pre-ciosas. Entonces el lago la levantó en el aire y la trasportóá la otra orilla donde estaba el jardín de la muerte. La desdichada madre no podía verlo: no tenía ojos. —¿En dónde encontraré á la muerte que me ha robadomi niño?—decía gimiendo de dolor. —Todavía no ha llegado aquí—dijo una vieja con to-do el pelo blanco, que era la qu