La Mujer . unlamento triste y doloroso—un ayl ay ! ay 1que produce una corriente fría en todo elcuerpo. Es ella que se lamenta de los rigores desu amante, ella que, solitaria y triste, im-plora el favor en un ay ! del alma. Doncella casta, su corazón fué subuga-do por la pasión que le inspirara uñ ge-nio de la selva revestido de todas las galasde la hermosura. Abandonándose á los irreflexivos impul-sos de su pasión en oposición á los consejosde su tierna y desolada madre, resolvióseá seguir los designios de su voluntariosocarácter y trocó el hogar tranquilo por elobieto de sus pensamientos. D

La Mujer . unlamento triste y doloroso—un ayl ay ! ay 1que produce una corriente fría en todo elcuerpo. Es ella que se lamenta de los rigores desu amante, ella que, solitaria y triste, im-plora el favor en un ay ! del alma. Doncella casta, su corazón fué subuga-do por la pasión que le inspirara uñ ge-nio de la selva revestido de todas las galasde la hermosura. Abandonándose á los irreflexivos impul-sos de su pasión en oposición á los consejosde su tierna y desolada madre, resolvióseá seguir los designios de su voluntariosocarácter y trocó el hogar tranquilo por elobieto de sus pensamientos. D Stock Photo
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La Mujer . unlamento triste y doloroso—un ayl ay ! ay 1que produce una corriente fría en todo elcuerpo. Es ella que se lamenta de los rigores desu amante, ella que, solitaria y triste, im-plora el favor en un ay ! del alma. Doncella casta, su corazón fué subuga-do por la pasión que le inspirara uñ ge-nio de la selva revestido de todas las galasde la hermosura. Abandonándose á los irreflexivos impul-sos de su pasión en oposición á los consejosde su tierna y desolada madre, resolvióseá seguir los designios de su voluntariosocarácter y trocó el hogar tranquilo por elobieto de sus pensamientos. Desde entónces el genio de la selva tu-vo su cautiva. En la copa del árbol secular le hizo suvivienda, teniendo cuidado de evitar todomedio de comunicación con la tierra—Allíle alcanza su alimento y allí, en el silenciode la noche, deja oír el/a sus quejas tier-nas y conmovedoras. Esta es la le3enda del Urutaú. P. R. Crouceilles. ? (Comunicado) ALBUM-REVISTA « LA MUJER» e man ano. Ya que por una de esas aberracionesincomprensibles en un país regido por elsistema democrático, existe aún en sus le-yes el castigo de la última pena (?) creía-mos, que. dadas las condiciones de defen-sa y seguridad social que contra los gran-des criminales existe en nuestros estable-cimientos penitenciarios, de hecho, si no dederecho, habría desaparecido para los se-ñores Jaeces, Camaristas y Poder Ejecutivoel deber de darnos el más repugnante detodos los espectáculos; este es, el fusila-miento de un reo ; este es, la decapitaciónde un hombre, cuya existencia no nos per-tenece como no le perteneció á él la de losseres qne sacrificó en un momento de ex-travío, si bien el juez que lo condena á talpena lo hace con la premeditación fría yconcienzuda de una venganza legal, quedadas las premisas indicadas no tiene jus-tificación alguna. Nos habíamos equivocado, pues ahí te-nemos esa monstruosa causa en que el juezMadera condena á la última pena á Ca-yetano